Queridos niños:
No esperaba tenerlo tan claro. Un día, cuando volvía de Sevilla en tren, mientras leía El resplandor (Stephen King), vi una imagen clarísima. Un hotel vacío/desierto/ abandonado salvo por dos niñas. Un hotel que haría palidecer al mismo Overlook. Un comedor que, conforme se ensucia, va marcando el ritmo de la novela. Los días. Las semanas. Los meses. Tal vez los años. Ésa fue la primera idea a la que le di vueltas. Luego vinieron otras muchas de niños abandonados, perdidos en un mundo sin adultos. La idea está trilladísima, cierto, pero cuando nos obsesionan algunas imágenes o personajes no podemos obviarlos como si nada: a mí al menos me siguen hasta que escribo su historia, y por nada en el mundo querría despertarme una noche y verme rodeado de huérfanos asustados. Luego, uniendo piezas de varias de estas imágenes, busqué un factor común, el hilo conductor que diera entereza a un puñado de relatos simples y los convirtiera en una novela. El hilo en principio se presentó en forma de muerte, o de Muerte, pero luego recapacité. Los niños no temen la Muerte. Tienen otras prioridades en su escala de terror… Estaba ahí, tan evidente que daba miedo. Miedo. El miedo. El puto miedo. Miedo a todo, galerías de monstruos y miedos, la fantasía más oscura de los niños. Así comienza el viaje:
Todos los niños tienen miedo.
Bueno, en realidad todas las personas tienen miedo, no sólo los niños. Miedo a envejecer, a la enfermedad, a los espíritus, al mar, a los peluches, a las FARC, a las orugas, a los payasos, a los políticos —disculpen la unión de ideas—, a los curas, a la sangre, a los muertos, a los cementerios, a los adivinos, a una plancha caliente, al fuego, a los perros, a la discriminación, a los aviones, a los bolígrafos. Miedo, en definitiva, a la vida.
Total, tengo un hotel y dos niñas. Y el miedo. ¿Una novela de terror? No, ya he jugado en esa liga. Una novela que abarque un poco de todo: habrá terror, desde luego, pero también realismo (sucio, mágico; sucio o mágico, sucio y mágico) y ciencia-ficción, drama, quién sabe si matices de humor (fino y negrísimo, estoy seguro), amor como última medicina y terrores mundanos. Un poco de todo. Y una protagonista tan excepcional que se merece toda una novela, pero de ella os hablaré otro día: la pequeña Calíope aún tiene que nacer….
Atentamente,
Jose
No hay comentarios:
Publicar un comentario