EL HABITANTE INCIERTO
De repente un día, todo comenzó de nuevo. Visitaron la casa en medio de la sierra, ésa que llevaba años abandonada, ésa donde nadie entraba ni salía, la única casa que brillaba en años. De noche, en mitad de la oscuridad de la sierra, en el silencio irascible en que se había sumido el mundo, un leve siseo, un rumor artificial parecía llegar de arriba y las ventanas se iluminaban y apagaban a voluntad como si el fantasma de la civilización hubiera decidido instalarse en medio de la nada, lejos de los niños y la ciudad con su suciedad y sus muertos.
La excursión ascendió por la carretera a paso ligero. De vez en cuando, alguno de los pequeños se quejaba y Papo se secaba el sudor que le perlaba la frente.
-No vamos a llegar nunca -dijo Arturo. -Además, ¿para qué vamos?
-En esa casa nos espera alguien -respondió Cali, y Arturo aceptó su respuesta y encogió la cabeza. Jesús comenzó a silbar una antigua (¿acaso no era ya todo antiguo?) melodía flamenca que canturreaba a todas horas, y varios de sus acompañantes lo imitaron. Cali se acordó de Blancanieves y los enanos, y se dijo que ellos eran todos enanos con la misión de despertar a la princesa dormida en medio del bosque, en esa casa que bien podía ser el castillo de la reina. Bebió de la botella y dejó de pensar.
Cuando pasaron junto a un árbol enorme, leyó en el tronco una pintada con la palabra "CAL" y se sintió mal. Ella no había pedido nada de ello, que cambiara el mundo, ni mucho menos que cambiara de ese modo, en torno a ella. Tampoco había pedido que sobreviviera el hombre.
-¿Sabes qué, Cali? -dijo Papo a su oído.
-Echo de menos a Ángela.
-Eso pasa.
-¿Por qué?
-Cuando te enamoras echas de menos y no puedes vivir lejos de ella. Cuesta más respirar...
-Cali.
-¿Hmmm?
-¿Cómo sabes tanto?
-No sé, esas son cosas que sabemos todas las mujeres.
-¿También Ángela?
-Sobre todo, las princesas.
Cuando llegaron a la casa, ya era mediodía. El sol comenzaba a apretar, y no lograban atisbar una puerta o ranura donde llamar la atención de los posibles moradores. Hablaron largo y tendido de los rumores que generaba la casa: que dentro hubiera seres inhumanos, tal vez venidos de otro planeta, que fueran adultos (en realidad, la posibilidad que más les aterraba; con los niños se encontraban en igualdad de condiciones, pero con los adultos, ya estaba visto, no) o que toda la vivienda estuviera robotizada y las luces se encendieran sin orden particular hasta el final del tiempo, mucho después de que ellos dejaran de existir.
-¡Ah, del barco! -dijo una voz, y se asustaron. Ninguno lo habría afirmado ante los demás, mucho menos ante la presencia de Cali, pero esa voz venida de ninguna parte era inquietante.
Cali sonrió a los niños y se apoyó con tranquilidad en la fachada de la vivienda. La Casa Blanca, como habían empezado a llamarla a medida que se acercaban. A lo lejos, con la vegetación próxima y las sombras, no era tan evidente que la construcción era absolutamente blanca. Luego la desconcertó, pasados unos segundos, la voz que acababa de oír. Sonaba rara, como si no estuviera acostumbrada a hablar, suave y terriblemente asexuada. A pesar de todo, del eco de megáfono por el que había llegado, en un lugar oculto bajo su pecho, donde todos los pálpitos, esa voz la tranquilizaba. Así pues, decidió hablar ella en nombre de todos.
-Me llamo Calíope -gritó. -Soy una niña. Venimos más niños. Por favor, abre la puerta.
Hubo un instante de silencio interrumpido por el vuelo de un pájaro que venía de arriba de la casa, del tejado. Entonces volvió a sonar la misteriosa voz, y por primera vez Cali estuvo segura de que era la voz de un niño. Eso, o un adulto haciéndose pasar por un niño.
-Os abriré la puerta, pero con dos condiciones. Una, que no toquéis nada, absolutamente nada hasta que lleguéis arriba. La segunda, que bajo ninguna circunstancia entréis en el ascensor. Sirve, pero no os gustaría descubrir a dónde os lleva.
-¿Qué dice del ascensor? -preguntó Jesús, visiblemente nervioso.
-¿Qué pasa con el ascensor? -volvió a gritar Cali.
Ahora la voz que sonó dubitativa fue la del habitante incierto.
-En primer lugar, cuando alguien va a una casa debe cumplir todas las reglas del anfitrión sin dudarlo. Se considera de mala educación hacer lo contrario.
-¡Ya no existe la educación! -dijo Cali. -Murió con los adultos.
-Se...segundo, el ascensor podría conduciros a lugares imposibles -prosiguió la voz, que se hizo solemne como la de un párroco en misa de Viernes Santo. Cada número conduce a momentos de la historia y a lugares horrendos. A la destrucción de Pompeya, a Whitechapel en 1988, al vacío del futuro más lejano, a...
-¡Nos tomas el pelo! -gritó Papo.
-¡Mentiroso! -dijo Arturo. -¿Nos crees tan estúpidos? No necesitamos tu ayuda. Dejaremos que te pudras ahí.
Los niños pequeños, no obstante, aunque no comprendían las referencias (la propia Cali no sabía de qué hablaba la voz), se empezaban a asustar, y ella comenzó a dudar de lo apropiado de llevar a los niños consigo.
-¡Vale, vale! -terció la voz. -Mamá... mamá desapareció en Whitechapel y no pudimos volver a por ella -resumió. -Por más que subimos y bajamos papá y yo en ese ascensor, no nos dejaba más que en la planta de arriba o abajo. Yo era entonces un mocoso, pero había tanto miedo en casa y pasamos tantas horas subiendo y bajando en el ascensor que jamás lo olvidaré.
-Dice la verdad -anunció Cali en voz baja.
-Abriré la puerta, pero haced lo que os he dicho si no queréis que suceda nada malo. Ya han pasado demasiadas cosas malas.
Un zumbido en la pared precedió a la puerta que se abrió en el muro, tan perfectamente imbuida e integrada que pasaba por parte de la fachada. Además, era inmensa y dio lugar a un pasillo amplio con suelo de madera. Jesús encabezó la marcha, que en realidad se limitaba a los tres más mayores del grupo: él, Arturo y Papo. De hecho, prohibieron de manera contundente a Cali que entrara, y la dejaron al cuidado de los más pequeños muy a su pesar.
-No podemos arriesgarnos a perderte -arguyó Arturo, y por primera vez desde que lo conocía, Cali supo que en realidad la admiraba y hacía eso por su bien.
Esto la enterneció mucho, y le costó incluso más tener que quedarse afuera a la espera de que sus hombres se adentraran en lo desconocido. Pensó en el ascensor. Un ascensor que acababa con las personas. Un ascensor que era un portal a otras épocas y lugares. Era descabellado, pero de tan descabellado que era pensó que todo aquello era cierto, y que lo primero que propondría Jesús sería investigar en la caja metálica.
¿En proceso de creación?
ResponderEliminar¿Qué tal, caballero?
Esta mañana he "caído" dentro de un blog, donde se daba un ultimátum, y que creía que había llegado tarde... por los pelos.
Después de leer sus últimas entradas he descubierto lo poco cercanos que nos mostramos, hablando en general, a través del mundo cargado de unos y ceros. Aunque no seamos binarios, prefiero que seamos los unos y no los otros, los ceros.
Doy la bienvenida a este nuevo blog.
A ti no... que ya hace tiempo que nos conocemos. ;)
Un abrazo, campeón.
P.D.: Referente al escrito, debo decirte que has abierto una buena interrogación en clave de niños curiosos. Hay cosas que no se entienden con la claridad que desearía; aunque supongo que eso lo irás desentrañando en los relatos siguientes, ¿no? :)
¡Estoy a la espera!
Un secreto: No me gustaba que hubieras dejado de escribir (en el otro blog) así que me alegra saber que hay uno nuevo donde seguirte, y qué mejor que con este regalo que acabas de hacerme. Ya tenía yo ganas de saber de que iba esto de los niños.
ResponderEliminarCuando te leo me siento tan pequeña...
Y qué decirte: que ya me tienes con ansia de saber que pasará.
1besote.
Hace poco, me he comprado una casa en medio de la nada donde soy especialmente feliz. Una casa que me hace sentir la dueña del mundo y comprobar cada día, la inmensidad de la Naturaleza y la grandiosidad de la soledad, cuando es deseada. Pero mi casa no tiene ascensor, por eso te seguiré muy atentamente cada semana, porque me encanta el mundo visto desde el punto de vista de los niños y porque yo también he sentido miedo cada vez que he tomado un ascensor.
ResponderEliminarYo no he imaginado que me transportaba a diferentes momentos horrendos de la vida, sino que podía haber un asesino, fuego, un psicópata disparando a todo bicho viviente, etc...
Ha pasado mucho tiempo desde que leí algo tuyo la última vez y encuentro tu escritura más sosegada y madura. Todo un placer, porque buen escritor siempre lo ha sido y el tema, como ya te he dicho, es muy atractivo y promete bastante.
Te seguiré con sumo placer...
El nuevo blog es genial, porque es muy agradable de leer y esto siempre es de agradecer.
ResponderEliminarBesos
Je, je... También a mí me intriga por encima de todo lo demás ese ascensor. Apuesto a que desobedecerán y montarán en él.
ResponderEliminarMe quedo a la espera de la continuación. Un abrazo.
-¡Ya no existe la educación! -dijo Cali. -Murió con los adultos.???? Un mundo poblado por niños... no suena mal la idea, y el ascensor es intrigante, estoy deseando leer la continuación para saber que ha pasado.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo espero que si se suben a ese ascensor no terminen en Whitechapel, no me gustaría ver como unos niños inocentes tienen que hacer frente al monstruoso Jack...
ResponderEliminarTodo un placer volver a leerte.
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
A mí también me dejas pensando en el ascensor, estoy deseando que entren a investigar y enterarme de qué pasa realmente jeje
ResponderEliminarBesos :)
Yo quiero un ascensor como ese!!!!! quiero subir a él y que me lleve de viaje a cualquier sitio sin necesidad de pagar ni de hacer colas en ningun sitio!!! peeeero, mientras me lo invento, uso la imaginación ;)
ResponderEliminarencantada de releerte en el mundo cuentacuentil :)
bessos!
El que termine con Jesús y una caja metálica fue demoledor tras leer que Arturo se aventuraba en el tiempo, y Calíope aguarda en su submundo, y el poder de la Casa Blanca y
ResponderEliminarharé como Cali y beberé un poco o me pierdo :)
Pero iba leyendo el cuento y creo que viajando en ese ascensor al mismo tiempo.
Un abrazo quillo!
Ascensores! Era mi pesadilla recurrente cuando era enana! Me llevaba siempre a sitios horrorosos... que escalofrio leerte! jejeje. Esta novela promete...
ResponderEliminarUn besazooooo
Has palnteado un escenario llamativo lleno de misterios y con elementos para crear un monton de historias(el ascensor), espero que lo continues ;)
ResponderEliminarUn saludo
Perdon, habia leido el texto no la introduccion, suerte con la novela ;)
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